Antonio TENORIO ADAME
El pasado sábado 15 de noviembre una muchedumbre, auto denominada “Generación Z”, se manifestó en las calles del centro de la Ciudad de México exigiendo la ruptura presidencial, por autoritaria y no cumplir con la seguridad pública.
El desafío público encierra contradicciones entre la crítica de inconformidad de oposición y la tarea de un gobierno con raigambre
legítima que emergió de esa misma razón de que adolece el ser nacional : La seguridad pública.
Una breve historia de las luchas por ganar la democracia enmarcada
en el escenario del zócalo, Plaza de la Constitución, ayuda a comprender los entresijos comprometidos más en luchas entre poderes, que en fortalecer las luchas por ganar la democracia.
El 12 de abril de 1958, el MRM se manifestó en el zócalo de la Ciudad
de México, donde fue reprimido violentamente por las autoridades en
complicidad con los capos sindicales.
El 15 de abril comenzaron los paros de labores en escuelas del Distrito
Federal, a los cuales se unieron estudiantes de la Escuela Nacional de
Maestros y del Instituto Federal de Capacitación.
Pese a la represión, la capacidad de convocatoria del MRM se hizo
cada vez más efectiva y, el 30 de abril, los maestros tomaron las oficinas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), obligando al
gobierno a negociar. El 15 de mayo, Día del Maestro, el presidente Adolfo Ruiz Cortines ofreció mejorar los sueldos de los maestros.
Se iniciaron pláticas entre maestros y autoridades
A la tarea por superar el bienestar de los docentes siguió un largo proceso de control político entre demandas democráticas de
universitarios en el Movimiento camionero, la huelga de ferrocarrileros
con Demetrio Vallejo, obreros del D.F., campesinos de Sonora y Sinaloa, y líderes urbanos cuyas respuestas del gobierno fue la represión.
Eran tiempos de la “guerra fría” auspiciada desde los
Estados Unidos, pero también del despertar de la Revolución cubana.
Los hitos históricos brotaron en la reivindicación de las causas
sociales de resistencia y renovación en la creación de la Conferencia
Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Independencia económica y La Paz de América Latina, convocada por el ex presidente Lázaro Cardenas en 1961.
En dicho evento se registró la solidaridad de personalidades de la
región continental. Meses después en México surgiría él Movimiento de Liberación Nacional, a la vez convocado por Lázaro Cardenas, en cuyo
liderazgo posterior destacaron Alonso Aguilar, quien diera cuerpo ideológico primero, y Heberto Castillo, quien alentó la acción para enlazar la resistencia con la esperanza del movimiento estudiantil de 1968.
El relato del proceso de génesis del M68 que dio lugar a la nueva etapa de vida democrática del país es un ejemplo de la formación generacional político, desde donde se adquiere la certeza de lo lejano en que se encuentra la llamada Generación Z, misma que responde a otro caso operado en Asia con éxito, ya que fue capaz de producir un cambio en el poder.
La copia mecánica aplicada a la movilización en la Ciudad de México por los supuestos organizadores, filtrados con pretensiones de posesionarse de la dirección de la movilización, responde a una ambición oportunista, ya que por parte de los cercanos al movimiento del extinto alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, dieron la voz de desconocerlo.
Luego, quien fuera quien convocó al despliegue de la marcha, la respuesta se encuentra en el anonimato de las redes sociales, donde se fermenta una inconformidad distante al “triunfalismo” de Moreno. De comprobarse, se advierte a una sociedad activa diferenciada del poder, que en principio es cuestionada por el carácter “independiente” del Movimiento del Sombrero, así como un sector de la población que también marca su distancia, donde el fermento de la inconformidad es posible que se bifurque a los partidos políticos.
El mito de la “Generación Z” queda descubierto en el final de juego, porque los contestatarios del sábado pasado no responden a generación alguna, posiblemente es un cohorte demográfico que va entre los 13 a 27 años de edad en la actualidad, pero no a una generación; para que se llegue a ella se requiere, como alguna vez señalara Ortega y Gasset, “se caracteriza por la razón vital , que concibe la vida como la realidad radical y la razon como una herramienta para vivir ante las circunstancias”.
La exigencia de recuperar el valor de la seguridad es la voz de cambio de régimen.


