Por Octavio Ortiz
Morelia Michoacán a 20 de septiembre de 2020.-Todos estamos enraizados. A una tierra, a los ancestros y a un amor.
Conozco a Patricia Hugette Lira Correa desde hace más de quince años. De jóvenes, yo pasaba por ella para ir a la preparatoria, y cada que hay oportunidad ella me lo recuerda. Ahora ya somos adultos y el arte le ha inundado la vida.
La visito en un local del centro histórico de Morelia, justo en la calle al lado de los cines del centro, en Valentín Gómez Farías 264.
El lugar tiene por nombre “Enraizados” y entre los cuadros colgados veo varias pinturas del artista purépecha Pahuamba, mi conciencia artística abraza los colores vivos y las figuras caóticas de sus cuadros.
El local es pequeño, pero cada centímetro tiene su objetivo y algo que mostrar. Hay más de 30 artistas que se han colaborado con este proyecto, que han sumado sus raíces, y que exponen piezas en este lugar.
Joyería, cojines, blusas, libretas, pinturas, decoraciones curiosas, arte en madera, zapatos, tejidos, vestidos, blusas, grabados, separadores de libros y cosas que vuelan la imaginación y la fantasía.
Hay tanto que uno no alcanza a verlo todo en una sola visita. La mirada se pierde entre los tesoros de los anaqueles, resaltan enormemente unas figurillas tétricas con formas de cabezas de personajes famosos, y sobresalen los zapatos hechos de forma precolombina.
Patricia explica a todo el visitante cómo lo que expone y se vende son artesanías y arte provenientes de cooperativas y proyectos autogestivos de todo el estado. Valora el trabajo comunitario y desea ayudar; “la artesanía es arte”, inicia la discusión.
Al lado de Patricia Huguette, se encuentra la copropietaria Elizabeth Velazco Cavita.
Elizabeth me explica que este proyecto nació de un curso de cooperativas y ayuda entre organizaciones, ya que después de tejer ideas colaboracionistas y redes comunitarias, lo lógico era abrir un espacio propio para poder ofrecer productos de artistas y de comunidades autóctonas.
Asimismo, celebra poder dar cabida a artistas que de otra forma no tendrían forma de exponer sus creaciones; “una morra hace la joyería más hermosa que he visto, y ahora ya tiene un lugar para mostrarse”, añade.
Elizabeth presume un proceso para poder ofrecer un precio justo al público y para poder pagar a los artistas un precio digno por su trabajo. Y dilectamente atiende con una gran sonrisa, donde cabe un corazón entero.
Al final, decido llevarme un percherito para llaves, color morado y con aves fénix dibujadas. Días más tarde lo regalo a una amiga como presente por su nueva casa.