“Si el campo ha podido sobrevivir es gracias a la tradición cultural de la población rural, por lo que se puede observar un traslado de la responsabilidad del Estado hacia la organización particular de los productores”.
La diputada integrante de la Comisión de Desarrollo Rural, recordó que en Michoacán somos 4.7 millones de habitantes, de los cuales 71 por ciento es población urbana y 29 por ciento es rural; y, la tendencia, según el INEGI, es que se sigue abandonando al campo: esto se refleja en una aportación de este sector rural al PIB cada vez menor, hoy por el orden del 13. 7 por ciento.
“El territorio y los recursos naturales del Estado están desperdiciados en casi 20 por ciento respecto al promedio nacional, y la fuerza de trabajo michoacana, el capital humano de nuestro Estado, presenta bajos niveles de productividad, en alrededor del 35 por ciento con respecto a lo que debería aportar en promedio al PIB nacional”.
La legisladora por el Distrito de Puruándiro apuntó que el campo michoacano sufre de marginación, pobreza, falta de oportunidades, desempleo, falta de atención médica y de servicios educativos y, en general, presenta una situación de vulnerabilidad.
En ese sentido la integrante de la Representación Parlamentaria refirió que hoy en día el campo sigue siendo sinónimo de cultura, valores, historia, identidad y arraigo que se hereda a los hijos y lamentablemente también es el sector más pobre y marginado de la población.